Exploramos la exposición de Arco 2015 en busca de artistas y obras que reflexionen sobre los efectos de la cibercultura en la sociedad en general y en el mundo del arte, en particular. Buscamos en los escaparates de los galeristas señales de que los discursos de la cibercultura forman parte del nuevo paradigma artístico, de que los retos planteados por la convergencia digital estarán presentes en el contenido y en la forma de muchas de las obras que se dispongan a atrapar el signo de nuestro tiempo.

En general percibimos los efectos de la crisis, los artistas tratan de sacar el mayor partido a su creatividad con la menor inversión posible (muchos materiales de reciclaje, papel, fotografía, pero poca innovación tecnológica o materiales caros). Sin embargo, sí encontramos señales de la influencia cibercultural en el planteamiento de varios de los proyectos artísticos más interesantes de la muestra.

Algunas señales son sutiles, como lo es la obra de Pe Lang, artista suizo (nacido en 1974) conocido por su obra kinética minimalista, que destila elegancia y sensibilidad por los cuatro costados. Como muestra, su pieza Color, N 1, un cuadro sonoro formado por tubos cilíndricos mecanizados y decorados con filtros de colores que al girar raspan la pared produciendo un sonido casi natural, como el de una fuente en un patio árabe, y que demuestra la hibridación entre lo tecnológico y lo orgánico en el plano de la recepción.

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Fig. 1. Color | nº 1, Pe Lang, 2014

Motor, aluminio, filtro de colores, partes mecánicas
110 x 110 x 4 cm

O la obra del artista finlandés Matti Kujasolo (nacido en 1946), cuyas composiciones recuerdan las reglas de un lenguaje matemático, la belleza pura y simple de la electrónica.

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Fig. 2. Painting (28.8.), Matti Kujasalo, 2014, acrylic on canvas, Ø 125 cm. Fig. 3. Painting (15.8.), Matti  Kujasalo, 2014, acrylic on canvas,100 x 100 cm.

En otros casos las referencias al nuevo ecosistema de medios en el que nos encontramos son más explícitas, como es el caso de la obra que presenta Nicolas Grospierre (nacido en 1975 en Ginebra), un artista visual afincado en Varsovia. A través de la fotografía se dedica a explorar los modos en los que las ideologías se trasladan al espacio arquitectónico. De su proyecto “The library”, inspirado por el relato de Borges “La biblioteca de Babel”, pudimos disfrutar de una de sus piezas (“Never-ending corridor of books”), una instalación que produce vértigo, no solo en su contemplación sino también en la conceptualización del saber humano que representa y que no podemos evitar comparar con Internet.

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Fig. 4. The library. Never-ending corridor of books, Nicolas Grospierre, 2006-2015. Caja de luces y espejos. Instalación.

Otra referencia clara al modo en que el lenguaje digital está transformando nuestra relación con el mundo del conocimiento, la ética y la estética es la obra de João Onofre, “Universal Declaration of Human Rights and an Image of Beauty Converted into Binary Code, 2014 (Agua-tinta sobre papel de algodón), en la que se reproduce en lenguaje binario lo que se supone que son la Declaración Universal de los Derechos humanos y la información de una imagen, todo ello volcado en pequeños marcos que conforman un lienzo más grande. El espectador confronta su limitación como tal, al no tener la capacidad de traducir el lenguaje binario y por tanto, se pone de manifiesto la codependencia entre máquina y humano. Al igual que en muchas obras de la literatura digital, en las que las letras se utilizan predominantemente como elemento gráfico y no de lectura, así se retuercen las letras en la obra de Martín Freire, Behind the Scene I, o en los cuadros hechos a base de letras de Thomas Broome, que recuerda al famoso trabajo de Alex Gopher, The Child.

La convergencia digital se traduce también en un desbordamiento del marco, del soporte artístico, en una fusión de géneros y formas de arte donde nada es lo que parece, todo se puede convertir en lienzo y los medios y materiales se remedian unos a otros, como podemos ver en los botes de pintura del colombiano Jorge Magyaroff que se desparraman por la galería El Museo; el Halo de Fabrizio Corneli, en el que fuente de iluminación y objeto componen la imagen proyectada en el lienzo, exonerando al artista de otros tipos de representación pictórica; o en las imágenes pixeladas de Julian Opie.

 

 

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Fig. 5. Instalación de Jorge Magyaroff. Fig. 6. Halo, de Fabrizio Corneli, 2014. Aluminio, lámpara Led, esfera óptica.

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Fig. 7. Behind the Scene I, Martín Freire, 2005. Mecanismos de movimiento, PVC, vinilo, plexiglás y aluminio.

Fig. 8. Composición con varios cuadros de Julian Opie (Detective, 2013; Architect, from Professionals Series 2, 2014; People Walking)

 

Copia  de DSC_0225

Copia  de DSC_0219

 

 

 

 

 

 

 

Fig. 9.  Serie “Divergentes”, de Manuel Calderón, 2014. Cuadro, animación digital y piezas fijas.

Observamos la tendencia a repetir el mismo motivo a lo largo de una secuencia en distintos soportes (pintura, fotografía,  maquetas en madera, proyección de vídeo, escultura gigante). Podemos declarar esta tendencia como un paso previo a la obra transmedia, pues ya indica un desbordamiento de los límites impuestos por cada género. Se trata de canalizar la inspiración en torno a un proyecto que se despliega en numerosos soportes, explorando así la complementariedad entre ellos y estableciendo un diálogo entre las distintas piezas que lo conforman. Como ocurre, por ejemplo, en la obra de Manuel Calderón o la de Mario Sequeira.

La remediación en el arte abandera la reivindicación sexual femenina en otra de las propuestas más llamativas de la feria, la provocadora obra de “Suntuosa Vulgaridad”, alias de María Alejandra Garzón (Bogotá, 1989), una artista textil colombiana.  El trabajo de Suntuosa pone de manifiesto la máxima de McLuhan, “el medio es el mensaje”, al hacer patente mediante la subversión del erotismo el imaginario que el medio del bordado evoca en el espectador. La novedad de la propuesta radica en el contraste entre la modernidad de sus contenidos (eróticos, publicitarios, mediáticos) y la asociación del bordado con una actividad femenina ligada al pasado, a una forma de vida apacible, conservadora, a un código estético que resulta violado en el uso que hace de él Suntuosa.

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Fig. 10. Bordados de Suntuosa Vulgaridad.

El tecnobarroco chileno de Felipe Rivas San Martín es la apuesta que más claramente alude a nuestros intereses. Su obra implica una reflexión sobre la manera en la que estamos construyendo una memoria digital y el modo en el que el arte puede apropiarse de los nuevos medios y subvertir aquello que hemos naturalizado, ya sea el desvelamiento de la interfaz, la transparencia referencial de la imagen o la yuxtaposición de contenidos disímiles en un mismo espacio. Como es aparente en sus trabajos con códigos QR que se superponen a tramas cargadas de significado (la bandera chilena, una fotografía antropológica o su propio cuerpo), el artista contribuye de este modo a desestabilizar y hacer patente al mismo tiempo el papel que está jugando la tecnología “como sistema de producción de subjetividad” (Godoy Vega, 2015).

Como escribe Francisco Godoy Vega en el librillo que acompaña a la exposición: “Felipe apuesta porque las imágenes veloces de Internet operen en la temporalidad lenta de la pintura, en tiempos en los que el “ya todo visto, y rápido” incide directamente en la construcción material y visual de la fragilidad social. Resulta fundamental dar cuenta del gesto “regresivo” del artista al optar por un medio como la pintura, alejándose de la performance y el vídeo que solían ser medios habituales de su trabajo” (chile tecnobarroco, 2015).

Este paso atrás para reflexionar sobre la actualidad se convierte en un ejercicio de toma de perspectiva que se traslada también al espectador, el cual se plantea el efecto sobre el individuo del tipo de imágenes que este consume en grandes dosis a lo largo de sus días y que definitivamente no dejarán la huella indeleble de las grandes obras de los maestros de la pintura. Si no parece que merezcan la pena como objetos de un cuadro ¿por qué desperdiciar en ellas ni un solo segundo de nuestra valiosa vida? Al mismo tiempo este ejercicio pictórico también dirige la atención hacia el propio medio utilizado y su devenir en el seno de la cibercultura actual, ¿cuál es el lugar que debe ocupar la pintura en el nuevo contexto de medios generado por la llegada de Internet?

Ver sus series Pintura de interfaz y Q(uee)R Code: http://www.feliperivas.com/#!artwork).

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Fig. 11. Atlas: la interface de G@y, Felipe Rivas San Martín, 2015.

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Fig. 12. Felipe Rivas San Martín, 2015.

There are times

Fig. 13. Sin título (There are moments when…), Muntean & Rosemblum, 2012. Óleo s/tela, 220X260 cm.

De todas las obras hay un cuadro que se ha quedado conmigo y perdura en mi memoria, podría contemplarlo durante horas y cada vez construiría una historia diferente para cada uno de sus personajes. En él imagen y texto aparecen yuxtapuestos en una estética que nos recuerda al pasado reciente. La torre de CDs, la televisión, el vídeo, los libros y el ordenador, todos los soportes tienen un espacio en la imagen, sin embargo, el personaje central está solo, reflexionando -como apunta el texto- sobre las ficciones que construimos y que hacen posible nuestra vida y convivencia con otros seres.

 

Texto: María Goicoechea

Fotografía: Cristóbal Blanco.

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