“La poesía debe rasgar, articular el dolor y el gigantesco despropósito que se procura a expensas de lo humano. La palabra y la belleza deben postularse en función de ese desgarro. Denuncia y artificio, salto desde un precario paracaídas, tecnología y fractura al servicio del nosotras y la gente. Responsabilidad mínima a la que me suscribo, y con la que me lanzo de lleno y sin asideros. La poesía es un riesgo y un ejercicio matriz de rescate que hay que asumir.”

 

Con estas palabras sinteticé en su momento mi poética personal del proyecto Código de barras, un proyecto que involucraba poesía, jazz, tecnología y arte en colectivo. Precisamente los ideales políticos y estéticos de interacción y colaboración, de intercambio fructífero y esencial que permitiera la doble instancia de revelación/rebelión, se llevó a cabo, pienso que espléndidamente, a través de la visión colectiva de cuatro artistas que expusimos en el Museo Vostell de Malpartida en 2006 bajo el título “The Only Bush I Trust is My Own/El único arbusto en que confío es el mío.” El colectivo estaba formado por María José Tobal, Ione Saizar, Ainize Txopitea y yo misma, quienes habíamos expuesto nuestro trabajo en la Universidad de Vermont en febrero de ese mismo año. También Aquilino Ramos se unió al proyecto lúdico-contestatario-colectivo en Malpartida con su estupendo trabajo Fluxus: “Concierto para Rebeldes en la noche de San Juan.”

[Catálogo de la exposición en la que participan: Tina Escaja, Ione Saizar, MJ Tobal y Ainize Txopitea]

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En el título mismo de nuestra expo, que obtuve en Internet a modo de complicidad con los postulados feministas contra el entonces presidente Bush en el país donde resido, EEUU (el sentido de la palabra “bush” es paralelo a nuestro castizo “coño”), se encuentra la indagación en lo político y estético, en la mutación del arte hecho ludismo y mujer, feminista o no, contestatario o menos, según la lente, opción y medio empleado. María José Tobal puso orden y acción a mis visiones político-tecnológicas. Sin ella, mis códigos hubieran quedado reducidos a mera mecánica y verso, algo que resultaba insuficiente para el planteamiento de impacto multimedia y visual que mi segmento buscaba articular.

 

“Una, Grande, Libre” se inscribe en dicho propósito. Construido en base a códigos de barras de tipo alfanumérico, este poema interactivo en su sentido más literal (se requiere un lector de códigos, disponible en la galería, para poder acceder a los sonidos), revela significados que invitan a la reflexión, al cuestionamiento de unos límites o “barras” que imperan, controlan y reducen nuestra libertad de re-acción así como nuestra conciencia de compromiso. Contra las barras del conformismo, contra las barras del imperialismo, contra las barras del control informático se construye el proyecto genérico “Código de barras.” La tecnología, en la forma de un lector digital, pasa de ser mecanismo de control para ponerse al servicio de la gente que tiene el poder ahora y la opción de revelar mensajes, y en lo posible, actuar en consecuencia. A diferencia de otros de mis trabajos expuestos en Malpartida, donde efectivamente los sonidos podían llegar a resultar inquietantes y hasta molestos (un largo grito de una madre iraquí protestando el dolor de haber perdido a los suyos; el fragor de las bombas cayendo sobre Bagdad; etc.), en “Una, Grande, Libre” es la voz en el poema la que expone la analogía entre la imposición y la mentira, entre una actitud y emblema muy conocido para los españoles durante el franquismo, y otra realidad voraz e imperialista que sigue resultando avasalladora.

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En el poemario Código de barras que publiqué un año más tarde (Salamanca: Celya, 2007), el poema “Una, Grande, Libre” aparece ubicado en el segmento “Mensajes de error,” un título que reproduce el sistema de organización de todo código de barras. Al pie de ese poema se imprimieron dos códigos adicionales que culminan el sentido de este deseo empecinado de indagación y protesta: “You are,” “not free” (“No eres,” “libre”). La voz es de “Agnes,” un producto electrónico incluido como opción de voces en el programa del ordenador que utilicé para construir los códigos. Que sirvan esas palabras como indicación de alerta y desafío a nuestra ilusión de comodidad, desafío que había articulado con desenfreno creador y rebelión lúdica el gran Wolf Vostell.

 

Texto: Tina Escaja.

http://www.tinaescaja.com/

Tina Escaja es una escritora y artista digital nacida en Zamora en 1965. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universitat de Barcelona. Se doctoró en Literatura Contemporánea Española e Hispanoamericana en la Universidad de Pennsilvania. Actualmente es catedrática de Cultura y Literatura Hispánica en la Universidad de Vermont. Ha publicado varias obras de literatura digital en la editorial Badosa, principalmente poesía hipertextual: VeloCity (Sumergida), 2000; VeloCity (Desprendiendo), 2002; Una, grande, libre, 2007; Negro en ovejas, 2011; Código de barras 2007; y obras narrativas (la novela digital «Pinzas de metal»)

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