¿Qué es la literatura infantil?

Los estudios centrados en este ámbito son relativamente recientes y, sin embargo, ya se han establecido diversos debates acerca de qué debemos englobar bajo esta etiqueta, ¿se trata de la literatura escrita específicamente para los niños? ¿qué valores debe presentar?

 

Las definiciones son múltiples, pero parece que todas ellas están de acuerdo en la existencia de un lector infantil, sea o no el destinatario inicial del texto. Se trata, pues, de obras que les gustan a los niños, obras que pueden entender y de las que pueden disfrutar y que, por tanto, están funcionando como esa “escalera con barandilla” de la que habla Teresa Colomer, que ayuda al niño a introducirse en el mundo de la literatura. Hablamos de libros con historias, con cuentos tradicionales, cuentos educativos, poemas, canciones y retahílas, pero también hablamos de libros objetos que sirven para jugar, libros con pop-up o diferentes texturas, libros de imágenes etc. pues se trata de estimular al niño y acercarle a la lectura también con elementos protoliterarios.

 

 

Cuando añadimos el adjetivo “digital” ninguna de estas características se pierde, pero nos acercamos a textos que, además, poseen otros rasgos que acercan al niño al mundo pantallizado y digital en el que vive. De acuerdo con esto, estamos hablando de obras digitales creadas o no para los niños, pero que poseen el potencial para agradarles (por ejemplo, los anipoemas de Ana María Uribe probablemente no buscaban un lector infantil, pero la variedad de colores, la animación tipográfica y los sonidos son susceptibles de atraer a los niños). Asimismo, son obras que explotan las posibilidades que lo digital ofrece, de manera que acompañan los dibujos con música y animación, y muestran el texto (o no) a la vez que una voz lo lee; del mismo modo, permiten que los lectores interactúen haciendo que los personajes se muevan, que aparezcan nuevos detalles en la pantalla o que encajen las piezas de un texto o de una imagen, en una especie de rompecabezas que enlaza el objeto literario con el juego; encontramos, incluso, aplicaciones generadoras de poemas o de textos en las que lectores más juveniles que infantiles, pueden realizar sus propias creaciones.

 

 

Se trata pues de obras que atrapan al lector por todos los sentidos y que fomentan la participación dando lugar a lectores activos y cumpliendo uno de los objetivos principales de la literatura infantil y juvenil: atrapar a los niños y adolescentes para mostrarles lo que un texto puede ofrecer, en este caso lo que el texto digital puede aportar al campo de la literatura infantil.

 

Para saber más y visitar algunos ejemplos os invitamos a ojear y participar en la colección de literatura digital infantil y juvenil de Ciberia.

 

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